Ada Colau anunciaba estos días atrás que se va a subir a un barco y se va a ir a Gaza para llevar alimentos en una nueva "flotilla de la libertad", como la que llevó a gente de la cultura a Gaza hace unos años. Que nadie malinterprete lo que estoy dispuesto a escribir hoy: la ayuda humanitaria a la población de Gaza me parece necesaria y loable. Otra cosa es subirse al barco y contarlo a los cuatro vientos, actitud que me huele más bien a lucimiento. Pero lo que me irrita en lo personal, y me hace reír, es que esto se llame "flotilla de la libertad". He aquí el acto de ironía involuntaria, necesario para sobrevivir en un mundo que se ha vuelto demasiado absurdo.
La hoguera
Marchando una flotilla de la libertad
Ada Colau /
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