“El respeto se gana”, espetó un soberbio Rodrigo Rato (Madrid, 1949) ante el tribunal, la semana pasada. “Vamos a poner cada uno en su sitio”, remachó, señalando -con dedito incluido- a la Fiscalía. Debió parecerle al señor que su trayectoria era tan digna de mérito que las togas debían rendirse con su sola presencia. Porque ahí estaba él, el hombre que tocó el cielo económico -¿cómo debe ser ese cielo?- frente a un tribunal que contempla conducirle a un infierno carcelario de décadas de condena. Ahora se enfrenta a la que puede ser su caída más dura. Eso sí, la altivez no hay quien que se la quite. Quizá el orgullo le viene de cuna.
Limón & Vinagre Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Rodrigo Rato: cada uno en su sitio
Exigente para unos. Déspota insufrible para otros. Su desplome ha sido tan o más rutilante que su éxito pasado. Conserva su soberbia, eso sí. La del hombre que se resiste a dejar de ser intocable
Rato, juzgado por su patrimonio: tres días de 'mitin' autoexculpatorio no sometido a contradicción
Rato ataca a la testigo clave sobre la designación a dedo de la publicidad de Bankia: "Mantiene una herida abierta"
Tercer día de declaración de Rodrigo Rato /
Temas
Lo más visto
- La Generalitat dará 15.876 euros a los catalanes menores de 30 años que se den de alta como autónomos
- El pantano de Talarn llega al máximo de su capacidad y empieza a desembalsar agua
- Junqueras dejará la presidencia de ERC para intentar atajar la crisis interna
- La Guàrdia Urbana de Badalona no puede tramitar denuncias porque no tiene papel
- Omella confirma el derribo de la parroquia de l'Esperit Sant de Barcelona y suspende a su párroco