Gárgolas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Lo vacío y el buen salvaje

Desarraigado y con ganas de huir de la salvajería, acaba siendo devorado por el primitivismo y descubre que es allí donde se esconde el secreto de la felicidad

Un fotograma de la película Un hípster en la España vacía / Amazon Prime

Hay cierta tradición de comedias costumbristas que alaban la figura del buen salvaje. No es que los guionistas hayan leído (no necesariamente) el 'Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres', pero aplican la idea rousseauniana del hombre primitivo que no ha sido pervertido por el mal de la sociedad. Lo hacen a su modo, por supuesto. El esquema suele ser siempre el mismo. Alguien que llega de la ciudad por obligación choca con una forma de vivir que o bien rechaza porque es subdesarrollada o bien intenta darle la vuelta con ideas renovadoras. Desarraigado y con ganas de huir de la salvajería, acaba siendo devorado por el primitivismo y descubre que es allí donde se esconde el secreto de la felicidad. Puesto que el protagonista tiene que hacer ver que es fiel a los tópicos que sus colegas, amigos y familiares de la ciudad han construido sobre la vida en provincias, los propios aldeanos se conjuran para hacer ver lo que no son en realidad e interpretan el papel que les ha sido asignado por la nomenclatura oficial. Poco o mucho, estas comedias funcionan así.