No es lo mismo estar en el Gobierno que en la oposición, no es lo mismo aspirar a ganar las elecciones que tener un papel menor. Las autonómicas del 12 de mayo son importantes porque Catalunya está hecha unos zorros, caminamos en una pendiente inclinada desde que empezó el 'procés', y ya es hora de que alguien gobierne de verdad. Pero si hay una formación que se juega más que nadie su futuro es ERC. En 2021, el viejo partido de Francesc Macià recuperó la presidencia de la Generalitat tras imponerse por muy poco a Junts. Parecía que los republicanos iban a consolidar su hegemonía en el independentismo cuando en 2022 se quedaron solos en el Govern. La formación fundada por Carles Puigdemont era una olla de grillos, sacudida por la inhabilitación de Laura Borràs, mientras el expresident fugado caía en la irrelevancia y hasta en la caricatura. Sin embargo, la operación por consolidar al republicano Pere Aragonès como líder no ha funcionado. Seguramente, es el president que desde 2012 más horas ha dedicado a la gestión, pero carece de carisma y todos los problemas le han estallado al mismo tiempo. Las consecuencias de los déficits en agua, educación, sanidad, prisiones, etc., han emergido ahora. En Catalunya se hacen muchos pronósticos, pero se planifica poco y se ejecuta mal.