Ante las elecciones del 12M Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La institucionalización atenaza a las izquierdas catalanas

Salvador Illa está inmerso en el mismo dilema que los republicanos. Dice saber qué quiere, pero no manifiesta con quién quiere hacerlo

Salvador Illa saluda Aragonès el 13 de març passat, en els premis Empresa de l’Any, a la Llotja de Mar. | FERRAN NADEU / quim bertomeu sara gonzález

Aragonès ha dejado de decir "ojalá fuera posible pactar con Junts" consciente de que la decisión pertenece al conjunto de la militancia y no al candidato y conocedor de las distintas sensibilidades presentes en su partido. Más allá de que pronunciarse antes de la jornada electoral puede hacer perder apoyo de su electorado de frontera, es decir, el procedente de los votantes más identificados con los conceptos 'república' e 'izquierda' que con la independencia. El president, en cambio, ha irrumpido inteligentemente con una propuesta centrada en una financiación singular a la manera vasca, que responde a la necesidad de acabar con un desequilibrio entre lo que Catalunya aporta al Estado y lo que recibe que adquiere categoría de expolio, poniendo en jaque el Estado del bienestar. "Hablar de las cosas del comer de una vez", como me repite el vecino que reparte el voto entre ERC y PSC atendiendo a criterios no siempre fáciles de entender porque, pese a que siempre utiliza esta sentencia, también reconoce que a menudo se siente cautivo de intangibles emocionales. Un Aragonès, pues, que suma a la creciente buena gestión de su gobierno la hoja de ruta de ERC basada en la prioridad de la mejora de las condiciones de vida de las clases populares y la conquista progresiva de una negociación que permita un referéndum acordado. Por eso, gobernar la Generalitat, y a ser posible presidirla, resulta imprescindible.