Gárgolas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Alguien que mira el futuro

Es sensato que Tomás Molina no salga más en el TN. La Junta Electoral podría denunciarle cada vez que anunciara borrascas que provienen de más allá del Ebro o nieblas espesas en la llanura de Vic o mar de fondo en la costa central

Tomàs Molina, número dos de ERC en las listas a las próximas elecciones al Parlamento Europeo

Tomàs Molina, tras fichar por ERC: "Intentaré aportar el sentido común de un hombre del tiempo"

El hombre del tiempo de TV3 y ahora candidato de ERC, Tomàs Molina. / Eric Renom / La Presse

Desde siempre, los humanos hemos tenido la necesidad de prever el futuro. La propia esencia de lo que todavía tiene que ocurrir implica una inquietud asociada a la incertidumbre. Pero eso nos hacen falta algunas certezas. Es aquí donde, a lo largo de la historia, sibilas, adivinos y profetas, quirománticos, nigrománticos y augures, han tenido un papel determinante, tanto si escarbaban en el interior de las tripas de una gallina como si leían las manos, si contemplaban el vuelo de los pájaros o aseguraban que recibían información directa de la divinidad, que los dioses, estos sí, conocían al porvenir. Todos ellos (y todas ellas, que en ese gremio siempre ha habido mucha presencia femenina) eran considerados como una raza aparte. Seres mitológicos, sacerdotes o revestidos de un aura sobrenatural, recibían la consideración de todos los que querían saber qué les deparaba un mañana todavía oscuro hasta que se iluminaba con las predicciones. También es cierto, no lo olvidemos, que a veces, a lo largo de la historia, los adivinadores han sido tratados de charlatanes y han sufrido la ira de quienes se han sentido engañados o de los que han comprobado cómo ese negro futuro anunciado se convertía en realidad y han acabado matando al mensajero.