Política forestal

30 años de la resurrección de un bosque jurásico

En 1994 un explorador descubrió un puñado de pinos Wollemi, una especie que se creía extinguida y que convivió con los dinosaurios, en un recóndito desfiladero en Australia, y algunas de sus semillas han llegado en forma de árboles hasta nosotros

El pino Wollemi del Jardín Botánico de Madrid / EPC

Cerca de mi casa se levantan un puñado de tipuanas en un pequeño espacio verde demasiado a la intemperie. Los temporales y los fuertes vientos han tumbado varias de ellas, y el Ayuntamiento se ve obligado a retirar alguna que otra vez un ejemplar muy dañado y a plantar nuevos árboles. Una de esas tipuanas es tan joven que sus hojas son del color de la lima y resplandecen en los cielos nublados. La sequía y los vendavales no van a ponérselo fácil. Peor suerte corrió el pequeño pino Wollemi que habitaba otros jardines de la ciudad, los de la Tamarita. No logro entender qué fue lo que llevó al arbolito de apenas un metro de altura a una zona ajardinada junto al parque de juegos infantiles; la pequeña red de protección que la apartaba del campo donde rodaba la pelota que divertía a los niños no fue suficiente para salvarlo. A los pinos Wollemi se los llama también Lázaro: su especie se remonta a la época jurásica, los primeros convivieron con dinosaurios, y aunque se creían extinguidos, fueron redescubiertos hace ahora 30 años en un recóndito desfiladero rodeado de eucaliptos, en las Montañas Azules de Australia. Volvieron de entre los muertos. El bosque de un centenar de árboles jurásicos está desde entonces altamente vigilado, su localización exacta es secreta, y apenas puede adentrarse en su entorno personal autorizado y con vestimenta especial para no colar patógenos que extiendan alguna enfermedad que acabe con ellos.