Cuando una fuerza política cambia el sentido de su voto sobre un proyecto al abandonar el liderazgo de una institución es un mal síntoma. Pasó en su momento con Junts que dejó de votar los presupuestos elaborados por el conseller Giró al irse del gobierno de la Generalitat. Y pasa ahora con el grupo municipal de Comuns en Barcelona. Su líder, Ada Colau, ha ligado desde un primer momento el apoyo a las cuentas del gobierno de Collboni a alcanzar un pacto para regresar al puente de mando. De nada ha servido la última oferta de los socialistas comprometiendo una importante cantidad de millones este año y a lo largo del mandato en proyectos que la exalcaldesa consideró estratégicos en sus anteriores mandatos. Colau tiene todo el derecho a querer gobernar, pero el precio de no hacerlo no lo puede pagar la ciudad y su gente, especialmente la que le vota.
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Barcelona soy yo
Yolanda Díaz junto a Marta Lois y Ada Colau en la campaña de las gallegas. /
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