Es de lo más adecuado que la Taberna Garibaldi, que abre hoy sus puertas y supone el debut de Pablo Iglesias en la hostelería, ocupe el local de una antigua peluquería: donde antes le cortaban a uno el pelo, ahora se lo toman. En eso, en tomar el pelo, Iglesias tiene la experiencia que le falta en hostelería, parece que fue ayer cuando aterrizó en la política prometiendo un aire nuevo y renegando de “la casta”, cuando lo que pretendía era formar parte de ella. Una aspiración más española que la siesta, a la que supongo que también se abona el nuevo hostelero. Después resultó que ni siquiera lo de “la casta” era original, la expresión ya la usaba Mussolini unas cuantas décadas antes, y también le sirvió para llegar al Gobierno tras organizar unas cuantas manifestaciones, igual que a Iglesias. Tal vez la intención del Duce era también terminar sus días tras la barra de un bar, dando cháchara a los bebedores solitarios, nunca lo sabremos, una soga colgada en una gasolinera milanesa se interpuso entre su carrera política y su carrera de barman. Si Iglesias le ha puesto a su bar nombre italiano, Mussolini le habría puesto al suyo Taberna Franco. Para compensar, digo.
Podemos Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Ser rojo era eso
Pablo Iglesias pretendía tomar el cielo y ha terminado tomando un Negroni en su propio bar, que es el sueño de todo político que se precie
Pablo Iglesias abre bar en Madrid: todos los detalles de la Taberna Garibaldi
Pablo Iglesias, en una imatge del novembre passat, a l’exterior del Congrés dels Diputats, a Madrid. | DAVID CASTRO /
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