El desliz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Kate, Sofía y otros amigos de los retoquitos

La princesa Kate Middleton, durante un acto en Nottingham en octubre pasado / CHRIS JACKSON / DPA

Antes de tomar cualquier decisión que suponga mentir a conciencia conviene hacerse la gran pregunta: ¿qué necesidad? Desde luego, la princesa de Gales, heredera de un título que apareja escrutinio público de primer nivel, no se la planteó antes de mandar al mundo el fin de semana pasado una foto manipulada de ella con sus tres hijos para celebrar el día de la Madre. Mira que debe disponer Kate Middleton de un álbum nutrido de imágenes con sus descendientes que la sitúen en la cúspide de las familias felices, sumarán miles, qué necesidad tenía de retocar burdamente la que difundió. O se aburre en su largo y misterioso postoperatorio tras la cirugía abdominal que le practicaron en enero, o ignora que en los tiempos que corren ha quedado obsoleto el segundo gran asunto que debe una cuestionarse antes de mentir a conciencia: ¿me van a pillar? Te van a pillar con total seguridad, máxime cuando la falta de transparencia que dirige la política de comunicación de la institución arcaica a la que perteneces activa al público y abona las interpretaciones peregrinas. Nadie puede creerse que la pluscuamperfecta esposa del también desaparecido durante semanas Guillermo se haya metido en un lío de este calibre para borrar una simple cremallera. La futura reina de Inglaterra ha falseado la realidad en una cosa tan tonta como una estampa de amor bucólico que se le supone como progenitora de tres niños pequeños, ¿qué no será capaz de fingir en temas más serios?