Terrorismo yihadista Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Apestado Aznar

Hasta que el PP no se desmarque del autor intelectual de todas las mentiras del 11M no podrá ser ni un partido creíble ni podrá pactar con nadie que no sea Vox

El expresidente del Gobierno José María Aznar, inaugura la jornada La guerra de Ucrania y su relación con la crisis en Oriente Medio / Fernando Sánchez / Europa Press

Nada resume mejor el terror político que todavía produce el 11M a la derecha extrema madrileña que las cómicas piruetas de Ayuso y Almeida en los actos del 20 aniversario de la matanza para evitar adjetivar la palabra "terrorismo" con el calificativo "yihadista", evidenciando que el ala dura del PP sigue congelada en el pleistoceno conspiranoico. Dos décadas después, siguen los mismos funambulismos para jugar con la ambigüedad de que no se sabe muy bien quien fue. Por si alguien tenía alguna duda de que este es el auténtico pecado original nunca confesado ni purgado, ayer el mismísimo Aznar volvió hablar como un ventrílocuo a través de su fundación para decirnos que no tuvo, entonces, "ningún elemento" para descartar que podía ser ETA. Es decir, y aunque parezca un chiste, sigue instalado en las dos célebres líneas de investigación, intentando que la mentira sobreviva con el viejo método de repetirla hasta el infinito. Aznar sabe que el 11M es la criptonita que lo anula, y en lugar de aprovechar la ocasión para retractarse ha preferido huir hacia el futuro con la vergüenza a cuestas. No está solo: 20 años después, y tras el circo grotesco del ácido bórico y la Renault Kangoo con las que empantanó el periodismo y la política españolas durante dos décadas, Pedro J. seguía ayer diciendo que todavía nada está claro sobre la autoría de la matanza. En realidad, toda esta burda construcción, repetida en el tiempo como una patología clínica, quiere esconder que estamos ante una historia tan terrible como fácil de explicar: que el 11M fue consecuencia de que aquella vergonzosa guerra de Irak (justificada con las inexistentes armas de destrucción masiva) puso a España en un punto de mira yihadista preferente, y que las manipulaciones desesperadas después del atentado se debieron a que Aznar sabía perfectamente que la relación causa-efecto entre la guerra y el atentado le costaría la presidencia, como efectivamente así fue. El resto de la historia no es nada más que una de las mayores fábricas de mentiras que se han edificado jamás en ninguna democracia del mundo, con sus correspondientes altavoces mediáticos.