Un destacado gestor público con experiencia en el mundo privado decía hace unos días: «Debemos dejar de pensar en la ayuda que nos puede dar Europa para aspirar a liderarla en aquello que podamos». Tiene razón. Empresas, investigadores, ciudades de nuestro país ocupan posiciones relevantes a nivel continental, liderando en algunos casos concretos o con capacidad de hacerlo en muchos más. Para lograrlo, necesitan que España lidere la UE en determinados ámbitos para impulsar políticas que sean favorables a sus capacidades buscando alianzas con otros estados europeos. Pero esto será muy difícil de conseguir si no cambiamos la agenda política interna. La dinámica auspiciada desde la política y la prensa de Madrid nos empuja a un estado permanente de crispación por temas muy alejados de este gran reto y de las preocupaciones diarias de los ciudadanos y de las empresas. Son asuntos graves, como la amnistía o la corrupción, pero sobre los que damos muchas vueltas sin ir a ninguna parte, o al mismo sitio que si no les hubiéramos dedicado tanta atención, porque ya se había dicho todo.
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