La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Paseos diurnos con mi padre

Hay días en que uno se siente como la mosca que ha caído en la leche y ha conseguido escapar a nado, pero está demasiado empapada como para remangarse e ir al grano

Un parque. / Shutterstock

Salgo de casa, y en el vestíbulo me topo con una pareja muy joven. «¿Conoce usted a Equis?». No, no tengo el gusto. «Equis es mi primo, ¿sabe? —dice el chico—. Lo llamamos al móvil pero no contesta. Estamos preocupados. Vive aquí, en un piso compartido». Me sumo a la pesquisa descartando en los buzones a los–vecinos–de–toda–la–vida y abriendo posibilidades en los nombres que me resultan desconocidos en esta atribulada finca de 1876, con un trasiego continuo de jóvenes, pues los alquileres en Barcelona se han convertido en una herida. Deduzco que habrá un par de viviendas comunales, sí. El piso turístico, en cambio, lo tengo ubicadísimo. Todo cambia.