La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

De ‘La escopeta nacional’ a las mascarillas

Aquí la comedia costumbrista deviene tragedia. En lo peor del covid, los protagonistas del penúltimo episodio de corrupción muerden con mandíbulas de barracuda  

El exasesor del exministro José Luis Ábalos, Koldo García, a su salida de la Audiencia Nacional / Ricardo Rubio - Europa Press

En ‘La escopeta nacional’, la estupenda película de Berlanga, el actor José Sazatornil encarnaba a un vendedor catalán de porteros automáticos (Jaume Canivell) que apoquina una montería a unos gerifaltes franquistas con el fin de engrasar las bielas de un pelotazo. Las porteras solían ser fisgonas y los serenos de entonces, capaces de abrir la puerta al mismo Jack el Destripador a cambio de una propina, alegaba Canivell para colar su producto, mientras preparaba, sobre las brasas de la chimenea, unos ‘rovellons’ (níscalos) recogidos durante la jornada campestre. El yantar y el chalaneo congenian la mar de bien en estos pagos, pero los protagonistas del caso Koldo, el penúltimo episodio de corrupción, se desmelenaron en un restaurante asturiano de Madrid. En La Chalana, donde se colocaron micrófonos como en La Camarga de Barcelona, hoy reconvertida en la marisquería El Cangrejo Loco, se sirven centollos, bueyes de mar, nécoras hembra, cigalas que bailan la muñeira y gambas rojas, que los bellacos pagaron —craso error— con billetes de 500 euros, otrora llamados ‘Bin Laden’ (porque muy pocos lo vieron en persona). La primera ley natural del ‘trinque’ exige cautela, disimulo.