Todo empezó con la expansión de un bulo del que no tenemos ninguna constancia: los magnates de las plataformas tecnológicas instaladas en California les han prohibido a sus hijos utilizar el móvil y los llevan a escuelas libres de pantallas. Como cualquier otra teoría conspirativa no ha necesitado ningún hecho para ganarse la credibilidad de los que prefieren siempre encontrar culpables exógenos (si son empresas grandes, mejor) para librarse de su propia responsabilidad. Para ellos, ese bulo es la prueba del algodón: los magnates digitales libran a sus propios hijos del veneno que fabrican. El último episodio de esta deriva es la demanda que ha interpuesto la ciudad de Nueva York contra las cinco principales redes sociales por vulnerar la salud mental de los niños y adolescentes de la ciudad que ha empeorado en los últimos cinco años. ¿De verdad están convencidos de que el móvil y las redes es la única variable significativa que explica esta realidad?
NEWSLETTER Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La tecnofobia y el auge del primitivismo
Varios niños con teléfonos móviles. /
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