Civismo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La plaga de los niños sentados

Cada vez es más frecuente ver en el transporte público a niños que ocupan el asiento que debería ser para la gente mayor o simplemente necesitada

Autobuses en Barcelona / Europa Press

Un nuevo e inquietante fenómeno recorre nuestra sociedad: el niño o la niña que ocupa un asiento en un autobús lleno o en un metro a reventar. Estos ojos ven cada día, en horas punta, pequeñas criaturas a los que no les llegan los pies al suelo, seres de mediana infancia y múltiples adolescentes menores de edad, sentados en grupo o individualmente en el transporte público. Sí, es cada vez más frecuente ver simultáneamente a ancianos de pie al lado de niños sentados, en una increíble pero cierta inversión de privilegios que, más o menos, todo el mundo parece dar por buena. A veces se da incluso el fenómeno humillante de niños que invaden sin ningún rubor los espacios expresamente reservados para los más necesitados y debidamente señalizados, quizás porque su padre o su madre o quien sabe si ellos mismos o todos a la vez consideran que pertenecen a ese grupo de menores que imperiosamente necesita sentarse. (Pequeña nota al pie: que tengan que exisitir estos asientos reservados ya indica una grave anomalía, porque cualquier sitio debería cumplir automáticamente su misión de dar cobijo y comodidad a los que más lo necesitan). Nada explica mejor esta nueva plaga de los niños sentados que ver a sus propios padres y madres de pie delante suyo, con estos progenitores cediendo la comodidad y el descanso a quienes menos lo necesitan.