Vivimos un ridículo espantoso. No teníamos ni simples mascarillas para taparnos la boca. Llegó el covid y nos quedamos descolocados. Nadie las fabricaba y tuvimos que suplicarlas a China pagando barbaridades. Y con intermediarios sin escrúpulos. Tuvimos que ponernos a improvisar para montar respiradores porque no sabíamos fabricarlos. Lo único que pudimos producir fue gel hidroalcohólico, pues algo de industria perfumista y farmacéutica quedaba. Hace décadas que España se había entregado con placer a no fabricar. Al que inventen ellos de Unamuno, se sumaba, ya de paso, que nos lo fabriquen y nos lo traigan. Con explotar la gallina de los huevos turísticos dorados teníamos suficiente, más fácil y rentable. Pero depender de lo que se produce fuera, además de suicida, como se ha visto, es más caro y sobre todo inaceptable desde el punto de vista medioambiental. El coste de trasportar cualquier necesidad desde el quinto pino global es insoportable. Por no hablar de la falta de independencia que supone no habitar un territorio autosuficiente, al menos en lo básico.
Modelo económico Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Fabricar de la cuchara a la ciudad
Urge crear una política industrial que nos dé autonomía como sociedad
El ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu. /
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