El desliz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Niño, cómete el palo del chupa chups

El consejero del Mar de la Xunta de Galicia minimiza los riesgos para la salud pública del vertido de pélets porque si comes por accidente bolitas de plástico las expulsarás de manera natural

La Xunta y el Gobierno central acercan posturas en la lucha contra los pellets

No hay que preocuparse si del quinto pino llegan barcos chatarra cargados del material que sea, y por cualquier motivo se les desparraman los bultos delante de nuestro litoral. Si la vida te da limones te haces limonada, y si te da pequeñas bolitas del plástico una paella. En este nuevo caladero no hay nada que investigar. La crisis del vertido de pélets ante la costa gallega no es un desastre ecológico, sino una oportunidad para explorar la resistencia de la cadena alimentaria, que no cunda el pánico y que nadie pronuncie la palabra contaminación. Es lo que vino a decir el consejero del Mar de la Xunta de Galicia Alfonso Villares hace unos pocos días sobre la posibilidad de que dichos componentes acaben afectando a la salud pública: «No sé si algún ciudadano se come todos los sistemas digestivos del pescado, no lo sé, yo trato de separar el sistema digestivo». Por si accidentalmente alguien ingiriese un trozo de basura sintética, el prohombre del gobierno gallego tranquiliza: «Son productos que entran, como si cualquier persona se comiera sin querer algún plástico... porque salen, entran por donde entran y salen por donde salen». No vayamos a pensar que Villares no sabe de lo que habla, de la evidencia científica sobre la amenaza que los microplásticos suponen para los seres vivos, puesto que tiene colgado de su despacho el título de veterinario, guau. Es que prefiere situar la responsabilidad de todo este asunto en los esfínteres de los contribuyentes antes que en el suyo propio. «¿Péllets? Será que usted no defeca como un español de pro». Me lo imagino recibiendo whatsapps desde muy temprano de su jefe en plena campaña electoral y de todas las patronales del mar, un océano enfurecido de mensajes resumibles en «a ver qué dices tú ahora, que naufraga el negocio». Así cualquiera no acude acobardado al trabajo, con las tripas sueltas, y entre visita y visita al excusado sale por peteneras con que comer plásticos es la nueva dieta de la alcachofa para el reino animal.