Una lectora nos contaba esta semana en una carta que se sentía entre enfadada y disgustada porque decenas de postales de Navidad que había depositado en un buzón de correos del barrio, en Barcelona, no habían llegado a sus destinatarios. Contaba que habían pasado ya semanas del envío, que algunas sí habían llegado, a países lejanos, pero que la mayoría seguían perdidas en un limbo imprevisto: en el mejor de los casos llegarán a las casas después de las fiestas navideñas. Su enojo, en tiempos en que los móviles se calientan con gifs, vídeos y 'whatsapps' de felicitaciones exprés, veloces como el viento, suena tan 'vintage' como moderno: la nostalgia cada vez lleva a más personas a renunciar a nuevas tecnologías y el resurgir de ventas de teléfonos móviles sin internet pero con una batería larga y menos complicaciones capta un creciente interés de los más jóvenes.
Felicitaciones y deseos
Ilusiones con tinta y sello a prueba de extravíos de Correos
Una puede sentirse estafada y frustrada si Correos no culmina el trabajo de quien quiere felicitar las fiestas por carta, pero no debería; tampoco hemos de quedarnos de brazos cruzados ante un servicio ineficiente
Ilustración. /
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