El mayor acierto (y casi el único) del documental de Jordi Évole sobre Josu Ternera consiste en haberlo puesto frente a una cámara. El otro éxito fue no cabrearlo nunca demasiado para evitar que se largase. Y nada más. El pobre de Évole está singularmente mal equipado para un entrevistado como Urrutikoetxea. Sus instrumentos habituales -ese aire algo panoli de inocencia o confusión, su barbita de mindundi, la impresionante astucia de meter una pregunta incómoda antes o después de tres preguntas naifs- no sirven para nada frente a un asesino. ¿Blanquea Évole a Ternera? Un poquito. Paga un precio -no muy oneroso- para que el terrorista esté dispuesto a hablar. Es casi al principio, cuando el periodista -llamémosle así- le reconoce como «pieza clave» para llegar «al fin de la violencia», es decir, para que la mafia etarra dejara de matar. No solo es una mentecatez, sino también una mentira, un piropo grotesco y arrastrado. Urrutikoetxea no decidió absolutamente nada en esos años finales. Y ETA decidió abandonar la lucha armada cuando no tuvo más remedio.
Limón & vinagre Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Josu Ternera, asesino y dietista
El exdirigente de ETA no tiene buen aspecto a los 73 años, pero se antoja harto dudoso que sea la mala conciencia
'No me llame Ternera': el documental de Jordi Évole sobre Josu Ternera en 8 claves
Jordi Évole: "Josu Ternera me ha decepcionado, pensé que sería más conciliador”
Josu Ternera, entrevistado por Berria, el 22 de noviembre de 2023. /
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