La mesa estaba más vacía este año, por el covid de nunca acabar y la gripe A que te contagia con solo mirarte. Aun así, la cena de Nochevieja supo a gloria. Por el reencuentro con la familia inmune; por el menú temprano y personalizado de mamá; por el cancionero del más pequeño de los nietos (que a sus 11 años cambió el móvil por un micrófono karaoke); por el regalo de Reyes anticipado; por el brindis con cava traído desde Barcelona... Aguantar despiertos hasta las campanadas se convirtió en el reto de la noche, sobre todo haciéndolo de espaldas a la televisión, como tantas otras familias en España. Así se explica que en 2023 el consumo de televisión tradicional fuera el más bajo de las tres últimas décadas, con 181 minutos por persona y día, y que las propias campanadas, ese reducto al que fue imposible resistirse, solo fueran vistas por algo más de 15 millones de espectadores. Los esfuerzos de las cadenas generalistas interesaron a un millón de personas menos que el año anterior.