Disfunciones democráticas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Exceso de Estado de partidos

Las formaciones políticas siguen siendo los actores más relevantes de las democracias representativas y han ido extendiendo su dominio a instituciones que deberían permanecer al margen de la lucha partidista

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Miguel Ángel Oliver apuesta por la libertad de expresión y la información veraz como principios irrenunciables de EFE

El presidente del Gobierno y Alberto Núñez Feijóo se reúnen en el Congreso. / JOSÉ LUIS ROCA.

El Estado de partidos, entendido como una mutación en la estructura de la democracia como consecuencia de la primacía de los partidos políticos no es un fenómeno nuevo. El profesor Manuel García-Pelayo, uno de los principales estudiosos del fenómeno en España, a partir de las experiencias del período de entreguerras y en particular de la República de Weimar, explicó magistralmente cómo el protagonismo de los partidos en los sistemas democráticos, especialmente en los de matriz parlamentaria, provocaba una alteración de las divisiones horizontal y vertical del poder político en el sentido de que la clásica separación institucional entre Gobierno y Parlamento acababa siendo sustituida por una división entre mayoría y oposición, circunstancia que tenía implicaciones para el funcionamiento de las instituciones y por extensión para el conjunto del sistema democrático, en parte porque la función de control del poder ejecutivo por el poder legislativo quedaba desvirtuada