La hoguera Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Ternera retratado

El documental de Netflix es coherente con una trayectoria en la que no ha faltado ni la sensibilidad con las víctimas ni la dureza con los verdugos

Jordi Évole, en No me llame Ternera / NETFLIX

Jordi Évole, desde que empezó con el periodismo gonzo en su primer 'Salvados', ha mostrado siempre mucho interés por la cosa etarra. Entonces todavía existía ETA y no era lo más sensato del mundo ponerse follonero con el mundo abertzale, pero lo hacía. Esa cosa suya de “te lo digo de buen rollo pero te lo digo”, el “mejor pedir perdón que pedir permiso” que fue el lema de su programa, funcionaba. Tiene emisiones antiguas donde se va a las manifas abertzales y a poco no lo sacan a hostias. Le reprocha una derecha española que no ve sus películas, por ejemplo, que tratara a Otegi en plan colega, pero olvidan que así, de buenrollito, le dijo al líder de la izquierda abertzale que a ver si por favor condenaba el terrorismo, cosa que el señor Todas Las Violencias jamás concedió. Con Iñaki Rekarte, etarra arrepentido, nos dio uno de sus programas más intensos, y tiene entrevistas a víctimas del terrorismo absolutamente demoledoras.