Toma de posesión Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Los gestos del Rey

Que el Rey sea tan cariñoso con un presidente argentino de ultraderecha y tan severo con el presidente de izquierdas de su propio país es en sí mismo un mensaje político de calado profundo, incluso en el improbable caso de que se haya hecho de manera inconsciente

Felipe VI se reúne con Javier Milei en la Cancillería argentina

Javier Milei, presidente: la hermana Karina y sus perros en el centro de la escena política argentina

Felipe VI se reúne con Javier Milei en la Cancillería argentina / EFE

No es noticia que el rey Felipe VI asista a la investidura de Javier Milei, aunque sea de extrema derecha y aunque su coronación se haya convertido en unas olimpiadas de la ultraderecha mundial, con figuras como Abascal, Orbán, Bolsonaro o el cada vez más inquietante Zelenski. No lo es su asistencia, digamos que obligada por la tradición, pero en cambio sí lo son sus gestos y su dudosa puesta en escena. Porque del encuentro del Rey con el nuevo presidente argentino sorprendió su indisimulada efusividad, con una sonrisa abierta y una cara radiante de felicidad, que acompañó con un largo, notorio y cariñoso apretón de manos. Por si alguien tenía alguna duda, mientras posaban de pie ante los fotógrafos, Felipe VI rio a carcajada limpia una broma de Milei susurrada en el oído, y a lo largo del encuentro su actitud corporal fue siempre abierta, receptiva y sumamente cómoda, realzando una simpatía indisimulada. La efusividad del Rey con Milei ya sería en sí misma imprudente si se tienen en cuenta las peligrosas amistades del presidente argentino y sus incendiarios mensajes en contra del Estado del bienestar, pero es directamente chocante si se compara con sus gestos el día de la reciente investidura de Pedro Sánchez. Con el presidente español, el monarca fue sumamente frío y distante, con un posado deliberadamente serio y casi agrio, sin ninguna sonrisa y mucho menos ninguna broma. Todo lo que con Milei fue un rictus de cordialidad y hasta de simpatía sincera y auténtica con Pedro Sánchez había sido austeridad y terquedad, rayando la mala educación.