Ha muerto Joan B. Culla, historiador, pero, sobre todo, profesor de historia. Decía Sócrates que a los profesores hay que juzgarlos por las preguntas de sus alumnos. Unos miles de periodistas van preguntando por el mundo gracias a las enseñanzas de Culla en la facultad de la UAB. Y preguntan incisivamente. Como explica en sus excelentes memorias (más que recomendables), nunca sucumbió al ambiente marxista dominante en su especialidad. Siempre tuvo ideas propias y no heredadas ni por el linaje ni por la condición social. Fue un sionista confeso y un admirador, desde la distancia intelectual, de la política de Jordi Pujol, con quien colaboró, pero al que jamás aduló como tantos otros. Culla era un gentleman inglés de la cabeza a los pies y practicaba esa historiografía anglosajona amante del dato y del empirismo, por encima de cualquier doctrina, sea religiosa, política o moral. Creo que es la única persona en el mundo que ha asistido a todos los congresos de los partidos catalanes desde la transición. Recogía toda esa documentación que nunca aflora en los titulares de la prensa y con ella elaboraba gruesos volúmenes sobre la historia de los partidos. Recuerdo muy especialmente los que dedicó al PP y a Esquerra Republicana. Culla era de ese tipo de personas con las que es un placer debatir por su amable e inteligente manera de discrepar.
NEWSLETTER Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El bisturí del profesor Culla
Joan B. Culla. /
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