De todas las nostalgias, la más traicionera debe ser la nostalgia de los políticos. El contraste entre el recuerdo personal de su legado y la imagen que de ellos tiene la sociedad no suele coincidir. El peor momento es cuando, lejos de la vida pública, el político regresa con aires de salvapatrias para avisar y aconsejar, como si el mundo no pudiera vivir sin él. Entonces vemos que la vergüenza ajena que nos hace sentir es lo único que le ha sobrevivido. Pienso en Alfonso Guerra y sus recientes apariciones, como esa entrevista en 'El hormiguero'. Hace años que el Mr. Hyde de la Transición no tiene nada que decir, aparte de excretar bilis caducada, pero para hacerse el hombre moderno y contrario a las imposiciones sociales, declaró que le dan pena los humoristas porque “ya no pueden hablar de homosexuales ni de enanos”.
Incultura Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Guerra a la miseria mental
Alfonso Guerra forma parte de una España que aún vive en ese paisaje de los chistes vulgares, xenófobos y machistas, y que no es exclusiva de la derecha extrema
Alfonso Guerra en El Hormiguero /
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