ChatGPT cumple un año. En una hábil maniobra de márqueting, sus inventores han conseguido hacer un pelotazo financiero convenciendo al mundo entero de que era la primera aplicación al alcance de la mano que utiliza inteligencia artificial. Mi modesta opinión es que no es inteligencia ni es artificial. ChatGPT es un algoritmo que permite utilizar bases de datos de un tamaño inédito hasta el momento para generar textos a partir de los requisitos definidos por el usuario. Es gracioso. Le puedes decir a la máquina que te escriba una columna con el estilo de Albert Sáez sobre la ley de amnistía. En tiempo real, el algoritmo procesa todos los textos de esta firma en los que aparece la palabra amnistía y compone uno nuevo en base a la frecuencia de determinadas series de palabras. Punto. Sin pagar derechos de autor, por cierto.
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Un año de ChatGPT: ni inteligencia ni artificial
Investigadores de OpenAI advirtieron de un gran avance en inteligencia artificial antes del despido de Altman
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