Hace tres décadas, al dar mis primeros pasos en el mundo editorial, viví de cerca la publicación de uno de esos clásicos que imponen: 'A la recerca del temps perdut', de Marcel Proust, traducción al catalán de Jaume Vidal Alcover y Maria Aurèlia Capmany (Columna, 1991). 2.066 páginas, tres volúmenes, cubiertas de tela y un estuche que lo convertía en el regalo ideal para Reyes. Los cuidados y los nervios de los editores para conseguir una obra perfecta fueron un cursillo acelerado. Unos años después, ya con más experiencia, participé en otro proyecto titánico: la edición de 'Els miserables', de Víctor Hugo, en traducción al catalán de Maria Bohigas (Club Editor, 2000). 1.252 páginas, dos volúmenes en tela, estuche.
Libros Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Editores que se arriesgan
El grado de ansiedad de publicar un clásico, donde cualquier error se juzgará como ofensa al autor y será carísimo de subsanar, es proporcional a la emoción del verlo publicado
La librería Finestres de Barcelona. /
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