Tengo el enorme privilegio de vivir en el centro de Madrid y, sin embargo, estar a salvo de la gentrificación, que más pronto que tarde provocará una nueva burbuja inmobiliaria, y de la masificación turística, que ha convertido las ciudades en escenarios de cemento y hormigón donde se venden suvenires, croquetas congeladas y sangría al mejor postor. Vivo en un barrio que, pese a todo, sigue siendo eso, un barrio, y en el que la gente hace, precisamente, vida de barrio, con sus compras, sus cañas, sus paseos y sus visitas vecinales.
Verdiales Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Barrio
A mis ojos, Madrid salió del covid más hostil y ajena que nunca. Llegué a pensar que nos marcharíamos en busca del mar
Calle de la Costanilla de San Andrés, en Madrid /
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