Hace 49 años, un 13 de noviembre de 1974, el palestino Yasir Arafat se presentaba ante la Asamblea General de las Naciones Unidas portando simbólicamente una rama de olivo en una mano y un fusil en la otra. «No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano», pidió a los representantes de la comunidad internacional después de un largo discurso en el que reivindicó el derecho del pueblo palestino a vivir en paz en sus territorios y de señalar que la alternativa a la paz que simbolizaba la rama de olivo era el fusil, es decir, la violencia. Cuarenta y nueve años después de aquel discurso de Arafat, la realidad nos demuestra que sus palabras no fueron escuchadas, al revés, cayeron en saco roto como todos los discursos de paz que desde entonces se han sucedido en torno a Palestina y a Israel. La violencia que desde hace días sacude sus territorios son la prueba lacerante de que a Arafat nadie le hizo caso y que su bíblica rama de olivo verde se marchitó en cuanto salió de la sede de las Naciones Unidas, donde hablaba por primera vez.
Caleidoscopio Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La rama de olivo
Hoy todo el mundo habla de lo que está sucediendo en Israel y Palestina, pero pocos recuerdan los antecedentes históricos que han hecho que israelís y palestinos hayan llegado a este punto de odio y crueldad
Peres firma los acuerdos de Oslo, observador, de izquierda a derecha, por Isaac Rabin, Bill Clinton y Yasir Arafat, el 13 de septiembre de 1993. /
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