Hay un cierto progresismo español (madrileño), atrincherado desde el zapaterismo, que insiste en presentar la nueva investidura de Pedro Sánchez como una oportunidad “histórica” de actualizar el modelo territorial de España. Nada podría interesar más a Catalunya que hacer realidad esa posibilidad. Y diría que a la mayoría de comunidades autónomas, quizás con la excepción de Madrid. El último intento resultó fallido. Fue con el Estatut del año 2006 que Zapatero puso en marcha con Carod-Rovira y el Pacte del Tinell y acabó con Mas y Duran una madrugada del mes de enero en La Moncloa. Aquello desgastó al PSOE pero le permitió conservar el poder, y fue el inicio de una puja entre la antigua CiU y Esquerra que es otra de las génesis del llamado procés. En Moncloa sigue instalada la idea de que todo lo que no cuente con el beneplácito de los herederos de Pujol no es genuinamente catalán. Algún día la Catalunya real -económica, mediática y social- les desmentirá la ecuación.
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¿Tiene Sánchez una idea de España?
Pedro Sánchez y Míriam Nogueras, el viernes en el Congreso de los Diputados. /
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