Hace años que la cocinera Ada Parellada tiene una actividad paralela, que consiste en ser divulgadora, promotora y activista de las conciencias contra el desperdicio alimentario. Empezó hace tiempo, ella sola, en el restaurante Semproniana, en Barcelona, con el llamado Gastrorecup, una cena que consistía en la recuperación de materias primas rechazadas por el mercado (perdieron el valor comercial), pero que todavía eran comestibles y susceptibles de participar en la cadena alimentaria (mantenían el valor nutritivo) que termina con un plato en la mesa. Hortalizas macadas o plátanos demasiado maduros y con la piel ennegrecida; alimentos a punto de caducar o apretujados en latas que tenían pequeñas taras, fruto de los golpes; fragmentos de carnes o pescados, adheridos al hueso o a la piel que ya estaban en el “corredor de la muerte”. Esta expresión recuerdo habérsela oído, a la activista Parellada, al referirse a todos aquellos alimentos que ya estaban desahuciados y que se adentraban en la nada del rechazo. Y que todavía podían resucitar, como esas míticas patatas del documental de Agnès Varda.
Gárgolas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Conciencia y placer
Acciones como la de Ada Parellada contra el desperdicio alimentario sirven para que nos demos cuenta de la magnitud de lo que tiramos
Catalunya organiza 18 comidas procedentes de excedentes del campo y el mercado
La cocinera de Semproniana, Ada Parellada. /
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