EL PATALEO

Hola, hola…

Pepe Domingo Castaño, en una entrevista con El Periódico en febrero de 2022. / ELISENDA PONS

La misma frase, esa que tantos podemos recitar de memoria, todos los fines de semana y durante muchos años en Cope y antes en la SER: "Hola, hola… Aquí comienza Tiempo de Juego”. Han sido miles de horas al otro lado de la radio, haciendo compañía, entreteniendo. Se le va a echar mucho de menos, la verdad. Delante de un micrófono transmitía y comunicaba con un estilo inconfundible, único e inimitable.

Era un gigante de la profesión y las reacciones a su fallecimiento dan buena cuenta de quién ha sido. Fuera del trabajo, Pepe era un tipo alegre, optimista y al que le encantaba una buena sobremesa al lado de los suyos. Un disfrutón de la vida, querido por todos y siempre con una sonrisa. Así me lo describe su amigo Iñaki Cano. La radio era su gran pasión y a la que dedicó la mayor parte de su larga carrera profesional. La otra, la música. Fue un cantante de éxito y en América, incluso, llegó a ser muy conocido gracias al programa ‘300 millones’ que presentó en Televisión Española. 

Voz con personalidad e inconfundible

Pepe era el hombre de la publicidad, pero no esa publicidad molesta durante los programas. Gracias a su peculiar estilo lograba que las menciones de los patrocinadores se convirtieran en el consejo de un amigo, en un contenido amable y divertido que conseguía el efecto deseado y formaba parte del programa.

Inolvidable aquello de "Pepe, un purito". Voz con personalidad, gran presencia e inconfundible, era deportivista, madridista, muy español y muy gallego. Por su increíble y longeva trayectoria recibió infinidad de premios y homenajes, pero seguro que el que más le emocionó fue el que le brindó su pueblo, Padrón, del que siempre presumía y al que siempre acudía de vuelta, con su gente, con los suyos.

La vida de Pepe Domingo dio para mucho, incluso para ayudar a Julio Iglesias, buen amigo, a escribir la mítica canción ‘Un canto a Galicia’. No puedo olvidar en este recuerdo a todos sus compañeros de Cope y a la buena pareja que hacía con Paco González, su amigo del alma, parte de su familia. Gracias, Pepe, por haber sido el sonido de nuestra vida. 

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