Le Fumoir Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

'Las Cartas del Boom'

Este magnífico libro recuerda a Fuentes, Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa como las leyendas vivas que son

Libro ’Las cartas del boom’.

He estado leyendo estos días 'Las cartas del Boom' (Ed. Alfaguara), una compilación epistolar entre las figuras de la última gran corriente literaria del XX, cuyo influjo llega hasta hoy. El libro está armado como un diario íntimo de un grupo de amigos y una guía sentimental de un momento concreto de la historia. 'Las cartas' es una revelación de secretos oficiales que fija la taxonomía de esa tribu de letraheridos, cuestión ésta nada pacífica y no siempre sentenciada. Como en las bandas de música, el 'Boom' son: Fuentes, Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa. Esa generación mágica, que alberga dos Nobel y dos que pudieron serlo, encontró modelo e inspiración en dos Austrias mayores literarios: Borges, un patriarca sedente, un ciego que todo lo ve, y Octavio Paz, un profeta volador, cuya estela de canchero bon vivant todos persiguen. Los cuatro jinetes del Boom serían los apóstoles de un evangelio nuevo, un mensaje americano y universal. Su galaxia disforme tuvo satélites que se creían estrellas, y planetas que no sabían que lo eran –Carpentier, Cabrera, Rulfo…-. La lectura de esas misivas ágiles, billetes teñidos del entusiasmo vital del que sabe que está haciendo algo grande, permiten al lector levantar el velo de la personalidad de cada uno de sus remitentes, que hasta ahora sólo intuíamos en la filigrana de los personajes de sus obras. Durante ese peep-show vemos por el ojo de la cerradura cómo se cruzan mensajes que son trallazos de amistad verdadera, muy alejada –al menos en apariencia- de las envidias y miserias que nos habían contado del oficio. En estos 'Beatles' sudacas, Cortázar resulta el más tímido y militante, huraño y entrañable, el más amigo de sus amigos y el más prolífico cartista. Es el decano y el arquero del equipo. Fuentes es su Embajador, un dandi flamboyant ávido de acción y capaz de dar resonancia a las obras de sus cuates en los Estados Unidos, donde gozaba de una influencia arcangélica con la que los demás apenas soñaban. Vargas, una elipsis a lo largo del libro, es el 'enfant terrible' visionario de ese rat-pack de escribidores, y GGM, el más arraigado en ese triángulo invertido que es la América hispana, deviene, en su lúcida locura, a ratos Quijote, y a ratos Sancho.

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