Andrés Calamaro (Buenos Aires, 61 años) es un genio de la música y un icono del rock, más allá del rock argentino y del rock cantado en español. Es una figura universal del arte a caballo entre dos siglos, al que uno puede colocar sin equivocarse entre los tres grandes de la cultura rockera contemporánea de su país, junto a Charly García y Spinetta —y uno no se atreve a determinar quién está por delante de quién—; al que cualquiera sitúa entre los 20 primeros intérpretes de la música moderna cantada en castellano de los últimos 50 años, en ese Olimpo donde Serrat o Miguel Ríos hablan de tú a los demás, que les dicen de usted; y, muy posiblemente, en la mitad de la tabla de esa larga nómina de solistas internacionales que siempre encabeza Elvis.
Arenas movedizas Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La honestidad lamentable de Calamaro
El genio argentino, que cometió el sacrilegio de destrozar ‘Flaca’ al proclamar hasta tres veces «¡Que te vote Txapote!» mientras la interpretaba en directo, ha cruzado esa delicada frontera donde la estrella del rock pierde su aura y comienza a hacer el ridículo
Concierto de Andrés Calamaro en el Liceu. /
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