Hay viviendas a las que les duele el pasillo como hay cuerpos a los que les duele la cabeza. Las personas a las que nos duele la cabeza reconocemos enseguida un dolor de pasillo. Estuve cenando el lunes en casa de un amigo. Fui porque habíamos quedado con mucha antelación para que me enseñara su nueva casa. Fui pese a que me había levantado ese día con una migraña irreductible. Me presenté a la cita aturdido por los analgésicos y con pocas ganas de hablar, aunque tratando de disimular mi estado físico y anímico. No bebí vino, pese a la insistencia de mi anfitrión, porque el alcohol disminuye a veces el efecto de los fármacos. Mi amigo me preguntó si me había vuelto abstemio y caí en la tentación de contarle la verdad. Entonces fue al dormitorio y volvió con unas pastillas “mágicas” que robaba en la farmacia de su padre.
El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El viejo armario
Informé a mi amigo de que había un dolor enorme flotando por el pasillo. Estaba al tanto y lo habían visto ya dos arquitectos sin encontrar la solución
Los errores que cometes al hacer el cambio de armario
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