Limón & vinagre Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Aitana Bonmatí, la ambición de la niña que driblaba a los niños

Hija única, creció en un ambiente que fomentó la independencia de criterio, sin manías de esas que se dicen cuando se argumenta que los deportistas no deben opinar sobre el mundo que les rodea

Aitana Bonmatí, en la Ciudad Deportiva de Las Rozas, antes del Mundial / Xavier Amado

A raíz del Mundial de fútbol femenino en Australia y Nueva Zelanda, la rama francesa de la compañía Orange ha editado un vídeo en el que se ven jugadas maravillosas de los 'bleus', los jugadores masculinos de la selección. Dríblings, subidas por la banda y pasadas de la muerte, cabezazos impecables, penaltis ejecutados con maestría. Un catálogo de fútbol de primer nivel. De repente, se enseña un programa sofisticado de edición de imágenes y vemos cómo todo era falso. Ninguno de los futbolistas franceses había hecho esos prodigios. Eran otros, los protagonistas. De hecho, eran 'otras'. Todo era obra de las chicas de la selección. El programa las había sustituido por las caras y piernas de las estrellas millonarias que todos conocemos. Y vuelves a ver los regateos y los goles, y los cabezazos y los penaltis con las autoras de verdad. Con las piernas y las caras de verdad. Son ellas, las que juegan así de bien. Termina el anuncio con un “apoyamos a las 'bleues'”, las azules.