Gárgolas

Funambulismo y liturgia

La dinámica de unos pasos, de unos brazos como alas que, observados de lejos, parecían movimientos de una danza con un objetivo claro: mantenerse en la cuerda

Nathan Paulin, el mejor funambulista del mundo, cruza Barcelona a 70 metros de altura / Zowy Voeten

Hace más de 20 años, también en la programación del Grec, actuó en Barcelona, en la calle, en el Passeig de Gràcia, la compañía Royal de Luxe. Los integrantes son una mezcla de ingenieros, saltimbanquis y equilibristas que hacen mover, con sus movimientos acompasados, gigantes de forma humana que caminan y gesticulan gracias a los saltos y acrobacias de los actores. Entonces representaron una fábula llamada 'El gigante' que evocaba, claro está, las aventuras de Gulliver. Todos los que estábamos en las aceras abríamos la boca asombrados, liliputenses, ante la presencia de aquel hombre descomunal que paseaba y también saludaba. Hasta que, en un momento dado, te dabas cuenta de la evidencia. Aquel gigante no se movía solo, por supuesto, sino que avanzaba gracias a la pericia, sincronizada, de los hombres y mujeres de Royal de Luxe. Uno de ellos, arrojado al vacío, tensaba una cuerda que accionaba un brazo; otro tiraba con fuerza de otra cuerda, la de los pies, o pedaleaba para que la máquina, toda ella, funcionara.