Cada uno es muy libre de gastarse los monises en lo que le plazca, faltaría más, pero de tener 250.000 euros en el bolsillo, dudo que los hubiera invertido en una excursión metida en un batiscafo claustrofóbico para contemplar durante un par de horas el pecio del Titanic, hundido en 1912 tras chocar contra un iceberg a 600 kilómetros de la isla de Terranova.Puedo comprender el placer del riesgo, la tentación del abismo, el latigazo de adrenalina, pero ni aun así. En cualquier caso, ahora mismo no cabe el sermoneo: si están vivos, si todavía queda algo de oxígeno en la atmósfera enrarecida del minisubmarino, cinco hombres aguardan desesperadamente el rescate a 3.800 metros, en las profundidades marinas, entre la oscuridad absoluta y el silencio de las anémonas. En las últimas horas vienen escuchándose series regulares de golpeteos rítmicos, como si los eventuales supervivientes estuviesen haciendo turnos para mandar señales de humo acústico. No dejen de buscarnos.
La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Entre el Titanic y la selva amazónica
Dos sucesos concomitantes en condiciones extremas de supervivencia
Así es el Titan, el submarino que llevaba turistas al Titanic /
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