La vida será un poco más de rosa en las semanas que tenemos por delante. No es una metáfora: el rosa es el color que ha capitalizado una muñeca, Barbie, que aunque hace ya sesenta años que irrumpió en las jugueterías , se instaló en la iconografía pop y ahora, con la inminente llegada a las grandes pantallas de la película del verano con el permiso de Indiana Jones, promete convertirse en omnipresente. Una casi tiene la tentación de soltar aquello de que llega un verano de los de antes, y es así porque la angustia que nos golpeó como un mazo con la pandemia de 2020 abrió una pasarela en el tiempo bañada de nostalgia donde podemos subir cuando nos atenazan crisis económicas, guerras, miedos a la inteligencia artificial y al desastre climático, terrores varios de nuestros tiempos. Esa pasarela nos lleva a zonas de confort que habitan nuestros buenos recuerdos. Ahí está el cine y de allí llegan hoy sus homenajes a clásicos de los ochenta.
Fenómeno global
De Barbie al gobierno de Finlandia de Sanna Marin
La huella que ha dejado la muñeca más comprometida con la cultura pop ha alcanzado e influido a generaciones de mujeres por encima de sus claroscuros
Las nuevas Barbies.
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