Pep Guardiola levantaba los brazos al cielo de Estambul y resultaba inevitable compartir su alegría. Lo celebraba con la gente del City pero para muchos barcelonistas era la victoria de uno de los suyos. La primera Champions de uno de esos clubs-estado que han entrado a escena desde hace unos años y que nos resultan molestos porque amenazan el viejo orden europeo. Nada romántico por ahí.
APUNTE
Guardiola, alegría incompleta para el culé
Guardiola besa la Champions tras ganar la final de Estambul al Inter (1-0). /
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