Los latinos somos poco dados a la autocrítica. La rendición de cuentas, muy arraigada entre los anglosajones, acostumbra a ser un ejercicio de maquillaje de la realidad. Todo el mundo intenta aguantar como puede para acabar dimitiendo, que no es una forma de rendir cuentas sino todo lo contrario. Inés Arrimadas se marcha de la política sin una coma de autocrítica aunque el gesto la honra. Pedro Sánchez se ha evitado la autocrítica con una convocatoria electoral ante la cual, con más o menos entusiasmo, sus correligionarios cierran filas para salvar los muebles. Mariano Rajoy aún no ha rendido cuentas de lo que hizo en Catalunya. Como tampoco lo ha hecho su antagonista del momento, Artur Mas, que se marchó a petición de la CUP. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras nunca se han sentado ante la ciudadanía para decirles que les faltaron al respeto con el 6 y 7 de septiembre, ni ante los independentistas para explicarles que llevaron el conflicto político a la esfera judicial sabiendo que perderían. Dimitir o convocar elecciones no es rendir cuentas. Falta autocrítica.
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Autocrítica
Inés Arrimadas.
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