Vaya por delante que los deseos, deseos son, y no deben penalizarse. Eso es como cuando en un campo de fútbol cantan “Vinicius muérete”, que con no hacer caso de lo que le sugieren, se acabó el problema para Vinicius. A mí mismo, suelen desearme la mar de cosas malas en las redes sociales, y aquí estoy, tan tranquilo; de salud bien, gracias. Los deseos solo se cumplen en los cuentos y por mediación del genio de la lámpara, tanto da la intensidad que uno ponga en ellos; no hagan caso de los libros de autoayuda que dicen lo contrario. Se lo aseguro yo, que durante toda mi adolescencia deseé con fervor yacer con Raffaella Carrà, y no hubo manera, es que ni cerca estuve de conseguirlo. O sea que no seré yo quien critique que una tal Juana Dolores -poetisa al parecer- desee que le caiga un meteorito en la cabeza a Xavier Trias. Puede Trias estar bien tranquilo y salir a la calle sin mirar al cielo.
Juana Dolores
Un meteorito sobre el dinosaurio Trias
Desearle la muerte a un político que ha vencido en unas elecciones democráticas ha sido aceptado con deportividad por casi todo el mundo
Leonard Beard /
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