No habrá un escritor en el mundo a quien no le hayan preguntado alguna vez por qué escribe, cuestión esta de la que suele salirse del paso con una frase más o menos ingeniosa: "Porque no sé bailar el tango" (Alberto Manguel), "porque cuando no escribo me siento una inútil" (Elvira Lindo), "porque no sirvo para otra cosa" (Günter Grass), "porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central" (Andrea Camilleri) o el simple "porque me gusta" de Françoise Sagan. En ocasiones, la pregunta suscita respuestas solemnes cuya grandilocuencia, a su pesar, encierra también algo de verdad: para el argentino Roberto Juarroz, la poesía constituía la conjunción más profunda entre el azar y destino, también entre el hombre y el lenguaje; por eso escribía, y porque los versos le permitían "la posibilidad de tolerarse".
La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
A pesar de todo, seguimos escribiendo
El "sí, puedo" de la poeta rusa Anna Ajmátova frente a la cárcel de Leningrado
Anna Ajmátova
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