Quizá sería cuestión de bajar el volumen de tanto zumbido. Ese zzzzzzzz de exclamaciones, mentiras e informaciones vitales que dejan de serlo al primer suspiro. Quizá bastaría con empezar el día con una dosis de Eduardo Mendoza, otra más al cabo de un par de horas y seguir con el ritual durante el resto de la jornada. Quizá así se nos contagiaría un poco su capacidad para analizar el escenario con cierta distancia y mucha sorna, para encarar los problemas sin rasgarnos las vestiduras y, ya de paso, lucir un poco de su porte. Siempre elegante. Siempre sonriente. Hasta sus ojos sonríen.
Limón & vinagre Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Eduardo Mendoza, sin tomarse muy en serio
Rompió los esquemas literarios del momento y ha seguido así, paseándose por las diversas fronteras, huyendo de la vanidad y derrochando curiosidad, ironía y humanidad
Eduardo Mendoza, en la presentación de la novela ’El asombroso viaje de Pomponio Flato’, en Barcelona en 2008. /
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