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Autos de choque

Las ficciones que nos atrapan (y 'Succession' es una de esas) no se fían de los fuegos artificiales, sino de una lenta sucesión de detalles que configuran una evolución

Jeremy Strong (Kendall) en el episodio final de ’Succession’. / HBO

'Succession', la serie de HBO, ha llegado al final después de cuatro temporadas. No voy a decir cómo acaba, por supuesto, porque no toca y porque, además, es una información prácticamente superflua. Da igual quién se haya hecho con el poder más absoluto y quién haya conseguido que ese negocio sea el del siglo o se convierta en un fracaso rutilante. Las ficciones que nos atrapan (y 'Succession' es una de esas) no se fían de los fuegos artificiales, sino de una lenta sucesión de detalles que configuran una evolución. Más allá de la trama que, como indica el título, se basa en la transmisión de bienes y poder, en las luchas de los descendientes por convertirse en herederos, el otro significado de “sucesión” tiene que ver con lo que escribía John Berger: “La comprensión de las cosas se basa en saber su funcionamiento, y su funcionamiento es temporal y debe ser explicado temporalmente; solo lo que se narra nos permite comprender”.

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