28M Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Mi voto vale dos cañas, hagan juego

Hay que desdramatizar la compraventa de papeletas. Al fin y al cabo, el político que entrega dinero a cambio de una ya da mucho más que la mayoría de candidatos

Fraude electoral

El fraude electoral es una tradición muy nuestra, tan nuestra que me resisto a llamarle 'fraude'. Ya hace más de un siglo llegó hasta el Congreso el escándalo de votantes que, según se averiguó, llevaban tiempo muertos. Julio Camba, entonces cronista parlamentario, defendió en un artículo en 'España Nueva' el derecho a voto de los muertos, pues aseguraba –y razón tenía– que son quienes votan con más independencia, puesto que a un muerto no se le puede comprar. Además –añadía–, que un muerto se moleste en levantarse de buena mañana un día de elecciones para ir a depositar su voto, es toda una lección de civismo y de democracia.