Mi hermano Ricardo ha perdido un poco la cabeza y hace cosas que no debería. Se presenta, por ejemplo, en casa sin avisar para repetir una broma que él y el resto de mis hermanos me gastaban cuando éramos pequeños: la de que yo era adoptado. A mí no me ofendía porque siempre quise ser adoptado. Tenía la fantasía de ser en realidad hijo de unos millonarios suecos que tarde o temprano vendrían a rescatarme de la situación en la que había caído. Todavía los aguardo. No obstante, fingía sufrir porque era la respuesta que los demás anhelaban. Me he pasado la vida reaccionando como los demás esperaban de mí, por no decepcionarlos. Me aterra decepcionar, no sé por qué, quizá soy de verdad un adoptado metafísico y temo que de un momento a otro me pongan de patitas en la calle. Entiendo por adoptado metafísico aquel que está fuera de lugar en todas partes. Me porto bien allá donde voy para que no se den cuenta.
El trasluz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Hijo de Ikea
Me aterra decepcionar, no sé por qué, quizá soy de verdad un adoptado metafísico y temo que de un momento a otro me pongan de patitas en la calle
Juan José Millás. /
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