Circula desde hace días por las redes el artículo que escribió un forofo -los periodistas deberían tener prohibido ser forofos de nada, son cosas incompatibles- justificando que una horda de ultras saltase al césped de un estadio de fútbol para intentar agredir a unos deportistas que celebraban un título. Al parecer, el pobre imbécil es perico; destaco a propósito ambas cualidades porque tengo amigos pericos que son buena gente y porque conozco también imbéciles culés; la imbecilidad es lo que mejor repartido está en el mundo. Dicho escrito justifica a los energúmenos que no hicieron más que perjudicar a su propio club, el Espanyol, asegurando que fue una cuestión de “dignidad” y recordando que “también los defensores de Barcelona, en 1714, decidieron seguir combatiendo contra todo cálculo sensato. Un gesto de dignidad”.
Invasión de campo Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Los ultras pericos, catalanes auténticos
Tal vez lo que vi por televisión no era una panda de filofascistas, sino un tsunami democrático, así de fina es la línea que los separa
Dibuix Leonard Beard para Soler /
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