En una escena imborrable, el infeliz de Oliver, tan hambriento como sus compañeros del hospicio (el ‘workhouse’, el asilo para pobres en la Inglaterra victoriana), se levanta de la mesa y se dirige al director del centro con la escudilla vacía: «Por favor, señor, quiero un poco más». Otro cucharón de gachas que sabían a engrudo. En efecto, el gran Charles Dickens explicó como nadie la explotación infantil durante la revolución industrial, en novelas como ‘Oliver Twist’, ‘Tiempos difíciles’ y ‘Casa desolada’. Un retrato literario tan brillante que tal vez haya conseguido con el tiempo desleír la realidad convirtiéndola en una fantasmagoría, en un lugar común que ya no estremece. Sin embargo, un estudio arroja ahora luz sobre aquellas aberraciones (lo ha publicado la revista científica ‘Plos One’ y lo recogen periódicos como ‘The Guardian’ y ‘El País).
La espiral de la libreta Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Oliver Twist sigue muy vivo
La explotación infantil en las fábricas victorianas (y ahora)
Jordi Fornieles, Xènia Nogué, Ivette Novell y Arnau Armengol, el reparto de ’Oliver Twist’.
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